martes, 5 de julio de 2011

El más grave problema del país

por Manuel Álvarez Trongé
http://www.lanacion.com.ar/1374717-el-mas-grave-problema-del-pais
Más del 50% de los adolescentes argentinos no comprende lo que lee. Triste y vergonzosa realidad. El dato surge de los exámenes más prestigiosas del mundo, que se realizan cada tres años para evaluar la calidad educativa de un país (PISA, Programa Internacional de Evaluación de Alumnos, OCDE).
De 75 países evaluados, la Argentina se ubica, tras la prueba 2009, en la posición 58, que focalizó especialmente la comprensión lectora (en fútbol, el Mundial nos ubicó en quinto lugar; en educación, más precisamente en lectura, 58). La conclusión es que los alumnos argentinos referidos (de 15 años) presentan "un alto riesgo de no poder afrontar con éxito sus retos formativos, laborales y ciudadanos posteriores a la educación obligatoria" (página 63 del informe PISA 2009), y, lo que es más grave, el 11% de este grupo ha sido calificado en el nivel más bajo de toda la prueba, "1b", que es "aquel en el que se encuentran los alumnos cuyo rendimiento es tan bajo que PISA no es capaz de describir".
Si complementamos esta información con datos del Laboratorio Latinoamericano para la Evaluación de la Calidad Educativa, Unesco, surge otra evidencia impactante para la Argentina: el descenso operado desde 1997.
Nuestro país, que supo ser líder en la región, ha pasado a tener peores resultados que Cuba, Chile, México, Brasil, Uruguay y Colombia. Y si a esto le sumamos los cientos de miles de alumnos que abandonan, la repitencia, la toma de escuelas, advertimos que, pese a todos los esfuerzos que se han hecho (ej. más inversión, nuevas leyes, mejoras salariales) algo anda muy mal y que estamos frente a un problema mayúsculo: la calidad de la educación argentina no es buena. Y éste no es un problema de un gobierno, sino de nuestra sociedad civil. Que lo reconozcamos e identifiquemos como el principal desafío que debemos enfrentar juntos todos los argentinos es el objetivo de estas líneas.
Cuando caemos en la cuenta de que padecemos una enfermedad grave, toda nuestra energía se vuelca contra ella para vencerla, sea a través de cirugía o del tratamiento que fuere. Pues entendámoslo: la Argentina está enferma de mala educación. Que más del 50% de los adolescentes argentinos no sepa leer es equivalente a una enfermedad de las que pone en riesgo el futuro; en este caso, del país. Mala calidad educativa es sinónimo de ignorancia, y la ignorancia es el principal enemigo de la libertad y de la inclusión social.
Carecer de conocimientos es el mejor caldo de cultivo para que crezca la pobreza, la desnutrición y la inseguridad, y hasta es el camino para perder la democracia. ¿Hay algo entonces más urgente para los argentinos que atacar el problema de la falta de buena educación? Debemos aceptarlo. Vale para despabilarnos, que nos repitamos la famosa frase de la época de Clinton, adaptada a esta situación: "¡Es la educación, estúpidos!"
Una cosa es lo que técnicamente debe hacerse como política educativa y otra es la que cada uno de nosotros puede y debe hacer. En lo que respecta a lo público, investigaciones internacionales muy serias, como el Informe Mc Kinsey 2010 (http:educar-2050.blogspot.com/), indican cuáles son las medidas por adoptar. Se comparan allí sistemas educativos de todo el mundo confirmando que hoy los países pueden conseguir mejoras sensibles en educación en cinco o seis años. Nuestra ley nacional de educación contempla esas medidas. No es necesario "reinventar la rueda". Todos sabemos que mejor calidad educativa es esencialmente sinónimo de mejor enseñanza de los maestros. Hay muchas medidas por adoptar para ayudarlos, reforzar su formación, estimularlos y proveerlos de mejores condiciones. La discusión ya no pasa por el "qué hacer" sino por el "cómo" y es allí donde debe jugar un rol esencial aquello que cada uno de nosotros puede hacer.
En primer lugar, lo que debemos hacer como ciudadanos y padres responsables es exigir mejor aprendizaje para todos. Tenemos el deber de reclamarlo. Es llamativo que en nuestro país se reclame por infinidad de temas, pero el reclamo por la madre de todos nuestros inconvenientes, la falta de buena educación, no exista. Permanecemos callados porque creemos que nuestros hijos acceden a buenos maestros. ¿Pero sólo hasta nuestros hijos nos ocupamos?
Esto es lo que estamos obligados a cambiar: debemos ocuparnos de todos los alumnos del país. Tenemos una oportunidad próxima: la calidad educativa debería convertirse en tema central de debate electoral de octubre. Para eso, la ciudadanía lo debe demandar y premiar con su voto a quien mejores condiciones ofrezca en el ataque frontal a este mal que nos aqueja. Pasada la elección, debemos seguir ocupándonos y exigiendo la mejor educación para todos. Esta sería una respuesta madura y democrática al principal problema argentino: la mala educación de sus futuros ciudadanos. Recordémoslo, exijámoslo. De nosotros depende.
© LA NACION

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.